13. Prácticas del neidan


Las prácticas del neidan, como el taoísmo mismo, no son una construcción monolítica, sino que reflejan las diferentes aproximaciones por parte de los distintos maestros y escuelas al proceso alquímico. También han ido desarrollándose y cambiando a lo largo de los siglos.


Para el presente trabajo, se usarán principalmente las explicaciones de dos autores contemporáneos: Catherine Despeux, que traduce a Zhao Bichen (1860-1933?) y su Weisheng shenglixue mingzhi (23), y Fabrizio Pregadio, que traduce los comentarios de Wang Mu (1908-1992) sobre Zhang Boduan (984-1082) y su Wuzhen Pian (circa 1075) (19). 


En el taoísmo en general, y el neidan no es una excepción, existe una tradición de comentar y expandir las obras anteriores. De hecho, los comentarios al Wuzhen Pian que hizo Liu Yiming (1734-1821) acrecentaron la fama de este tratado; han sido traducidos por Thomas Cleary (25).



Las tres etapas del neidan


A grandes rasgos, las prácticas de la alquimia taoísta transforman el jing en qi, el qi en shen y el shen en vacío. Previamente, se promueve un estado energético óptimo, con el fin de poder acometer la tarea con garantías de éxito.


Zhao Bichen explica que la primera etapa del proceso alquímico consiste en sublimar el jing y transformarlo en qi. Se relaciona esta operación con el campo de cinabrio inferior, donde se deberá promover la acumulación de jing necesaria. (23)


En esta etapa se realiza “la pequeña revolución celeste” y “se hace que la esencia (jing) retorne para reparar el cerebro”, para avanzar hacia el estado indiferenciado del embrión en la segunda etapa.


Con el fin de conseguir que el jing se active y movilice, y nutra el cerebro, se usan dos meridianos extraordinarios: Du Mai, para ascender, y Ren Mai, para el descenso. Du Mai y Ren Mai se unen, de hecho, en dos lugares, formando dos mitades de un mismo circuito. En la parte inferior, la unión se realiza a través de la musculatura del perineo, que se contrae. En la parte superior, se consigue el nexo juntando la punta de la lengua con el paladar. 


De este modo se crea una órbita entre la parte Yin, Ren Mai, y la parte Yang, Du Mai, que puede ser dividida en doce periodos. Estas doce partes corresponden a las doce divisiones del día y a doce hexagramas del Yijing. El circuito se activa a través de la respiración, intercalada de pausas, contando hasta 9 en diferentes puntos (Yang, de subida) o hasta 6 en otros (Yin, de bajada). Se ha llamado a esto “el fuego militar”, por la disciplina respiratoria que implica. 


En la Figura 12 se representan los estadios de la “pequeña revolución celeste”, también llamada “órbita microcósmica”. Se asciende por Du Mai, inspirando, contando hasta 9 de Zi a Chou y de Chou a Yin; se detiene la inspiración de Yin a Mao y de Mao a Chen; se vuelve a inspirar, contando hasta 9, de Chen a Si y de Si a Wu. El número 9 se considera Yang y por eso se utiliza para ascender por Du Mai.

Figura 12: A la derecha: órbita microcósmica y “fuego militar”, de Despeux (23) p.41; a la izquierda: hexagramas del Yijing asociados a cada una de las 12 divisiones horarias.


Para el descenso por Ren Mai, se usa el número 6, considerado Yin: se espira a la vez que se cuenta hasta 6 de Wu a Wei y de Wei a Shen; se detiene la espiración mientras se circula de Shen a Yu y de Yu a Xu; se vuelve a espirar contando hasta 6 de Xu a Hai, y de Hai de vuelta a Zi. 


El humano refleja así, a través de esta rueda, el orden del universo. Los 12 períodos del día son un equivalente de los movimientos del cosmos, y se corresponden con 6 hexagramas en los cuales crece el Yang (al ascender por Du Mai) y, luego, 6 en que aumenta el Yin (al descender por Ren Mai).


Se trata de una técnica en la que se utiliza energía sexual. Pero no se promueve un deseo sexual que saque al estudiante de su estado de concentración. El propósito de la misma es energético: se trata de que el jing se active, y de movilizarlo a través de la respiración y la visualización para llevar adelante el proceso.


Una versión de la “pequeña revolución celeste” consiste en elevar el calor por la columna y dejar que entre en el cerebro, para que allí se quemen y disuelvan todas las emociones y pensamientos mundanos, gracias al éxtasis inducido por la energía sexual. Se llama a esta práctica “hacer que la esencia (jing) retorne para reparar el cerebro”.


En la alquimia interna femenina, la primera etapa difiere de la del varón, ya que su fundamento no es la esencia seminal, sino la sangre menstrual unida a la grasa de los senos. (Ver la sección 14. Alquimia femenina).


Se dice que la primera etapa dura cien días. Obviamente, esto solamente es cierto si se ha dado el entrenamiento previo necesario. Al cabo de ese tiempo, la energía sexual ha sido transmutada y puede usarse para dar vida a un nuevo ser: el embrión. El resultado de la primera etapa es que los órganos sexuales ya no tienen ningún protagonismo. En el hombre, disminuyen los genitales; en la mujer, los pechos, al tiempo que la menstruación desaparece. Se vuelve a un estado prepúber.


Dado este empleo de la energía sexual, se insiste en que, para comenzar la alquimia, las personas interesadas deben disponer de jing suficiente. En el caso de que una mujer postmenopáusica quiera llevar a cabo el proceso, deberá primero volver a activar su menstruación, para luego derivar esa energía a la órbita microcósmica y a la posterior formación del embrión. 


En la segunda etapa, el qi se va a transformar en shen; es la fase intermedia, cuyas prácticas se suelen describir con menos precisión que las de la primera etapa.


El jing, que se había transmutado en qi, se va a emplear para crear una nueva entidad, “el embrión”. Esto se consigue a través de la unión del Fuego y el Agua en el alquimista: en el campo de cinabrio medio, en comunicación con el campo de cinabrio inferior, se produce una cópula entre lo más elevado y ascendente, y lo más profundo y descendente. El qi, que proviene del jing transmutado de la primera etapa, se va a unir al shen.


El resultado será un ser nuevo, que el alquimista ha creado en sí mismo y a partir de sí mismo. Este embrión o “perla de rocío” se alojará, durante diez meses lunares (la duración de un embarazo) en su interior, hasta el momento del parto en la tercera etapa.


Se sigue realizando la órbita de la primera etapa, pero el “fuego militar” se sustituye por el “fuego civil”, en el cual ya no es necesario dirigir la respiración: no se cuenta hasta 9 ni hasta 6 en las respiraciones, ni se realizan pausas. La inspiración corresponde al Fuego, la espiración al Agua. Estos dos polos se combinan entre sí, generando una “perla” de Yang verdadero, un embrión.


El embrión o perla va a realizar entonces el movimiento orbital, ascendiendo por Du Mai y descendiendo por Ren Mai. Esta parte del proceso reviste especial dificultad. Deberá atravesar los tres pasos dorsales: el coccígeo o “paso Weilu”, cercano a la “Cavidad del nacimiento y la muerte”, el dorsal o “punto Jiaji”, y el cervical o “almohada de Jade”. Los métodos para conseguir franquear estos puntos delicados son diversos, desde la ayuda externa en forma de presión o masaje, pasando por la ausencia casi total de pensamientos, hasta la palabra justa de un maestro en el momento preciso. 


Esta última hará que el embrión pueda emprender el descenso por la cara ventral hasta el campo de cinabrio inferior, llegando al “punto de Aliento Verdadero” (que, según Zhao Bichen, corresponde al punto acupuntural R13 - Qixue, aunque hay disparidad en las explicaciones de su localización). De allí, el embrión o “joya” sube hasta el campo de cinabrio medio, donde acaba de formarse 21 (23).


La práctica continuada de esta segunda etapa hará que la respiración se haga cada vez más tenue, hasta detenerse. También se produce una desaparición del apetito. Se trata de fenómenos transitorios que permiten al estudiante experimentar estados de quietud similares a los de un embrión: por eso se ha llamado a esta práctica “la respiración embrionaria”. Si en la primera etapa el estudiante se desprendía de su función sexual, las funciones propias de los aparatos respiratorio y digestivo se difuminan en la segunda etapa de la alquimia.


En la tercera etapa del neidan, el shen se transforma en vacío, se reintegra al Tao. Paradójicamente, esto no es una muerte sino un parto: el embrión ha madurado y va a nacer. Para dar a luz a la perla de rocío, ésta debe trasladarse del campo de cinabrio medio al campo superior, en la cabeza. “Criar a la criatura” consiste en que su función se haga progresivamente más fuerte, para lo cual deberá madurar. 


En un primer momento, el embrión se transforma en Yinshen (energía espiritual Yin), que puede salir momentáneamente por la parte superior de la cabeza del alquimista, pero debe volver rápidamente. 


Poco a poco, el Yinshen se irá transmutando en Yangshen (energía espiritual Yang) que iluminará el campo de cinabrio superior y se fortalecerá progresivamente. También será capaz de viajar cada vez más allá del cuerpo físico del alquimista. Se habla de “amamantar a la criatura durante tres años”.


Si en la segunda etapa, los textos dan explicaciones más abstractas e imprecisas que para la primera, en la tercera se vuelven todavía menos explícitos. Al tratarse de una vivencia más y más interna, las descripciones solo sirven para reconocer lo experimentado. No existe un manual de instrucciones que garantice el éxito de la técnica. Se trata de regresar a la vacuidad, manifestando la función en la materia.


En este proceso, el jing, el qi y el shen “florecen”, volviendo al “origen”. Asimismo, se involucra a todos los Órganos: los Cinco Elementos se refinan hasta unificarse. El alquimista deberá enfrentarse a posibles injerencias energéticas por parte de “demonios” hasta que su Yangshen esté maduro. Esto es así porque el Yinshen, mientras no ha sido totalmente transformado en Yangshen, puede atraer visiones, tanto positivas como negativas, en un intento de no desaparecer. 


El estudiante también deberá evitar sucumbir al uso de los poderes sobrenaturales que adquirirá, como son la clarividencia, la clariaudiencia o el conocimiento de los demás seres y las existencias anteriores. Esto solamente le distraería de su auténtico propósito: la unión con el vacío. Otro efecto colateral de la tercera etapa es la progresiva ausencia de sueño.


A lo largo de nueve años, el alquimista “medita frente al muro”, transmutando cada año una parte de su cuerpo, hasta que todo él se compone de Yang puro. No hay ya límite a sus funciones.


El neidan es una práctica. Quien elige esta vía sabe que debe dedicarle tiempo y volcar su voluntad en ella. No promete ningún resultado rápido; de hecho, desalienta a los que buscan un premio distinto de la fusión con el Tao.


 21 Según Despeux (22), p.44.

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