27. Comparación de las prácticas: tres etapas





En la alquimia occidental se habla de tres etapas asociadas a tres colores: la fase negra o nigredo, la fase blanca o albedo y la fase roja o rubedo. ​​No solo representan una forma de enumerar las prácticas, sino que constituyen un concepto fundamental de la alquimia occidental. La primera representa morir a lo caduco, la segunda consiste en abrir posibilidades y la tercera implica materializar una nueva realidad. 


De igual forma, en el neidan también existen tres etapas que consisten en:

-Tomar el jing (negro) y transformarlo en qi

-Tomar el qi (blanco) y transformarlo en shen,

-Tomar el shen (rojo) y reintegrarlo a la vacuidad, al Tao.


De este modo, los colores de las etapas del neidan coinciden con los de las fases de alquimia interna occidental.


Las prácticas son un largo camino de transformación. En los tres campos de cinabrio del neidan, el cinabrio es cultivado y recolectado. Así, aparece en el neidan el “cultivo de uno mismo”, el mismo autoconocimiento que propugnaba Zósimo de Panópolis en el siglo III d.C. para los alquimistas occidentales. (28)


En el neidan se cultiva un mineral, igual que se fabrica la Piedra Filosofal en la alquimia interna occidental. 55


Otra coincidencia notable es la simbología de la unión de contrarios, Fuego y Agua, Sol y Luna. La unión del Agua y el Fuego en el neidan se produce durante la segunda etapa, en el campo de cinabrio medio, y genera la “perla” o embrión que dará lugar al nuevo ser. En la alquimia occidental, abundan las representaciones del Sol y la Luna que, uniéndose, provocan el embarazo del “infante divino”, igualmente símbolo de aquello en que el alquimista se ha de convertir. 


Durante el proceso, ambas alquimias advierten a los alquimistas de la aparición de ciertas facultades extraordinarias, como la clarividencia o la clariaudiencia, que no deben ser empleadas por el riesgo de distracción que suponen.



55 El mineral que se cultiva en el neidan es el cinabrio o sulfuro de mercurio (HgS), formado precisamente por azufre (S), asociado en la alquimia occidental a la autoconsciencia, la voluntad y el Alma, y mercurio (Hg), asociado a la superconsciencia y el Espíritu.



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