20. El Cuatro: los cuatro elementos
En el tercer verso de la Tabula smaragdina (40) dice: “El Sol es su padre, la Luna su madre, el viento le lleva en su vientre, su nodriza es la tierra.”
Aquí aparecen los Cuatro Elementos de la antigüedad clásica. Sol y Luna corresponden al principio emisor y al receptivo, respectivamente: son los equivalentes del Fuego de la voluntad y del Agua, que representa la emoción. Se suele asociar al Aire con la energía intelectual y a la Tierra con la concreción material.
Los Cuatro Elementos se clasifican según el siguiente juego de opuestos: Frío - Caliente, y Seco - Húmedo. El Agua es fría y húmeda, el Aire es caliente y húmedo. El Fuego es caliente y seco, mientras que la Tierra es fría y seca. Sus relaciones se representan en la Figura 18.
Figura 18: Las cuatro cualidades que, combinadas, resultan en los Cuatro Elementos, tal como los describió Aristóteles.
En cábala, se habla de los cuatro Mundos, que se desarrollan a partir de la Unidad en el mismo orden en que aparecen en la Tabula smaragdina (40):
El mundo de las ideas, donde nace todo en forma de pensamiento aún abstracto: Atziluth, que corresponde al Fuego.
El primer reflejo de esas ideas abstractas, donde empiezan a tomar forma: Briah, que corresponde al Agua.
La primera concreción de la idea momento en el cual puede ser apresada por el intelecto, y el mundo en el cual se realiza el proceso necesario para que pueda plasmarse: Yetzirah, que corresponde al Aire.
La realidad creada, el proceso terminado: Assiah, que corresponde a la Tierra.
Esta forma de entender la creación se ha integrado en la cultura occidental. Por ejemplo, la astrología divide el zodíaco según estos Cuatro Elementos, incluso las barajas de naipes los contienen:
Tabla 2: Correspondencia entre los signos zodiacales, los mundos cabalísticos y los símbolos de las barajas de naipes.
Todo lo creado, todo cuanto existe, ha pasado por estos cuatro estadios. Aquello que es identificable, perceptible a través de los sentidos físicos, es solo una parte del proceso total. Se trata del resultado último, y su inercia e inmovilidad son las características del elemento Tierra. Sin embargo, si se tiene en cuenta el proceso completo, se entiende que la materia es, en última instancia, espíritu, puesto que proviene del Fuego creador.
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