12. El Tres: los Tres Tesoros, Cielo-Hombre-Tierra


El Tres: Los Tres Tesoros


La tríada, el Tres, está muy presente en el neidan. Existen tres fases en la alquimia interna taoísta 18 , relacionadas con “los Tres Tesoros”. También hay tres campos de cinabrio en el cuerpo del alquimista, y tres pasos a franquear para lograr avanzar en el proceso alquímico.


El Tres es un número de estabilización y de fuerza. Después del Dos, que maneja la oposición, la complementariedad y la alternancia, el Tres introduce un cierto equilibrio. Una mesa no se aguanta sobre dos patas, pero con tres se vuelve estable. Una balanza tiene dos platillos y un fiel, en medio, estabilizando el conjunto. Frente a un tribunal se presentan dos partes contendientes, que un juez equilibrará. El sacro, que une los dos huesos coxales, reparte las fuerzas entre las dos piernas, como la piedra angular de un arco. El Tres consigue concentrar fuerza, a partir del equilibrio. 


En medicina china, los Tres Tesoros corresponden al jing, al qi y al shen. En el neidan, estos no son solamente elementos de la constitución del humano, sino también los ingredientes que permitirán la creación de un nuevo ser en el alquimista.


El jing es la parte más material, si bien invisible, de la tríada. Se ha traducido como “la esencia”. Es algo que se recibe de los progenitores, por el hecho de estar vivo. En el momento en que se agota totalmente, la vida ya no se sostiene y el Yin y el Yang se separan. Se relaciona con la función reproductiva, con lo heredado, con el Riñón y con el Cielo Anterior. Evidentemente, en la alquimia interna taoísta, que persigue la longevidad y la inmortalidad, el jing es una clave importante. Es imprescindible nutrirlo y emplearlo correctamente. El jing correspondería a la Tierra, a lo básico, a la información primigenia, al sostén material de la vida. Sin padre y sin madre no hay vida, no hay ser. El jing se relaciona con el color negro.


El qi, o energía vital, es un elemento intermedio en el neidan. Está entre el jing y el shen; se ha traducido como “aliento”. El qi es un concepto amplísimo, que puede subdividirse en muchos tipos: existe el qi que defiende, el que nutre, el que transforma, el que impulsa… El qi es, sobre todo, móvil; bloquearlo trae problemas. Se relaciona con el color blanco, que es la suma de todos los colores. En el neidan, se necesita disponer de él en abundancia. Aunque el alquimista se siente en silencio y se quede totalmente inmóvil, su qi deberá efectuar todo tipo de transmutaciones. Ahora bien, en última instancia el qi estará dispuesto a replegarse, a abandonar sus funciones habituales, y a transformarse en shen.


El shen, “mente” o “espíritu”, se relaciona con las funciones cognitivas e intelectuales. Es la parte más inmaterial del humano, la que correspondería al Cielo, a lo más elevado, al Corazón, al color rojo. En el neidan, el qi va a convertirse en shen. Cuando esto sucede, la consciencia es capaz de crear un nuevo ser, el “embrión”, que llegará a ser corpóreo cuando el shen se una a la vacuidad, al Tao. La capacidad generadora del jing se ha transmutado en el qi, y la capacidad movilizadora, transformadora y nutritiva del qi se ha transformado en shen. Los Tres Tesoros se acaban unificando y haciéndose cada vez más conscientes, de modo que el alquimista puede usarlos para realizar la unión con el Tao. 


Los Tres Tesoros, en el neidan, se relacionan con tres zonas del cuerpo físico y energético del alquimista. En estos tres lugares se cultiva y cosecha el “cinabrio”, a la vez producto y proceso.


El campo de cinabrio inferior se sitúa en el bajo vientre, debajo del ombligo. El campo de cinabrio medio se sitúa al nivel del corazón. El campo de cinabrio superior está en la cabeza. En un antiguo esquema que representa simbólicamente el cuerpo, el Neijing tu, se pueden ver representados estos lugares (ver Figura 11).


Si en la parte ventral del humano aparecen los tres campos de cinabrio, en la parte dorsal, ascendiendo por Du Mai, el alquimista se encuentra con tres pasos o estrechamientos: son los tres desfiladeros de la espalda. El paso Weilu está a nivel coccígeo y el paso Jiaji se sitúa en la columna dorsal, al nivel de la D7  19 . El último paso corresponde al occipital: la “almohada de Jade”. 


El esquema también muestra el proceso de invertir el sentido del tiempo, de modo que desde el océano se puede remontar el curso de los ríos y arroyos, hasta llegar a la cima de las montañas. Es un diagrama muy detallado, que sobrepasa el contenido de este trabajo.


 

Figura 11: Neijing tu, una representación del paisaje interior y los campos de cinabrio, reproducido en Taoísmo y alquimia femenina por Catherine Despeux, p.244. (27)




La tríada Cielo - Hombre - Tierra

En el apartado dedicado al Dos, se ha hablado del eje Cielo - Tierra. Esta dualidad se convierte en Tres cuando incorpora al humano. 


El Hombre, lo humano, es un nexo entre el Cielo y la Tierra. Es lo de enmedio, lo que media, entre “lo de arriba” y “lo de abajo”. Cielo, Hombre y Tierra son una tríada imprescindible para el alquimista.


La alquimia no se opone al mundo ni a los fenómenos naturales, al contrario. Aspira a conocerlos y emplearlos en beneficio de la humanidad. Igualmente, se requiere un autoconocimiento de lo humano para poder emprender las prácticas, es necesario haber comprendido los mecanismos de la propia individualidad, con el fin de trascenderla. Finalmente, el alquimista tiende al Cielo, a lo sutil, a lo invisible. 


El Hombre está, pues, en el centro del eje, por lo cual puede actuar de bisagra. Las acciones de los humanos influyen en el mundo, lo ordenan y lo destrozan, lo armonizan y lo desconfiguran, lo equilibran y lo desestructuran. Dado que la Tierra y el Cielo son un reflejo el uno de la otra, en épocas de calamidades se observaban fenómenos celestes inusitados.


Cuando el alquimista realiza sus visualizaciones, no inventa nada. Simplemente se coloca como elemento conector entre el cosmos y el mundo. No se deja llevar por ninguna fantasía: desvela, descubre, el hecho de que Cielo y Tierra están comunicados 20 (5).



 18 Se describen en la sección 13. Prácticas del neidan. A veces, van precedidas de una cuarta fase preparatoria, como la describe Wang Mu (19); otras veces, aparece una fase al final, en la cual el vacío se funde con el Tao, como explica Jordi Vilà i Oliveras (20).


  19 Según Despeux (27), p.176.


 20 Según Robinet (5), p.53.




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