15. Breve historia de la alquimia occidental






El nombre “alquimia” proviene del árabe al-kimiya. Al es el artículo definido, y kimiya podría provenir, bien del vocablo khemi (“tierra negra”, que es como los egipcios llamaban a su país) o bien del griego chymeia, que significa “fusión de líquidos”, o “metales fundidos”. Por tanto, en el mismo nombre de la alquimia podría haber una referencia al metal. 


La alquimia tiene como objetivo fundamental la obtención de la Piedra Filosofal, un agente transmutador de los metales, capaz de producir plata y oro. A la consecución de dicha maravilla se le ha llamado “la Gran Obra”. 


La Piedra Filosofal se refiere tanto a un objeto creado por el proceso alquímico, como a una realidad fruto de la transformación interna del propio alquimista. Así la Gran Obra se realiza simultáneamente a nivel externo y material, y a nivel interno. 


Breve historia de la alquimia occidental


La alquimia occidental abarca muchos siglos, y podría dividirse en distintos períodos 25.


La alquimia antigua se habría desarrollado en Egipto de los siglos I al VIII d.C., bajo influencia griega. Está claro que la cultura egipcia otorgaba una gran importancia a la inmortalidad y a los ritos funerarios. 


El mayor exponente de la literatura alquímica de este período sería Hermes Trismegisto, “Mercurio Tres Veces Grande”, un supuesto adepto egipcio autor de la “Tabla esmeralda” (ver la sección 16. La Tabula smaragdina). En realidad, se ignora si realmente existió alguien con ese nombre, pero sí aparecieron textos de su autoría, incluso en el Renacimiento italiano.


Otro famoso alquimista fue Zósimo de Panópolis (siglos III-IV d.C.), (28) que ya usaba la terminología alquímica de los metales (cobre, plata, oro), además de insistir en la necesidad de que el estudiante se desarrollase a nivel psicológico y espiritual.


La alquimia árabe y medieval se desarrolló en el mundo árabe durante la Alta Edad Media, y resurgió en la Europa cristiana desde el siglo XII. Los principales autores árabes fueron Abu Musa Jabir (también llamado Geber), que vivió en el siglo VIII y participó del misticismo sufí, y Abu Bakr al-Razi, o simplemente Razi, un médico, matemático y alquimista de los siglos VIII-IX. (22)


Los tratados de estos autores fueron traducidos al latín por la escuela de traductores de Toledo, encabezada por Gerardo de Cremona (c.1114-c.1187), y se difundieron por Europa. (22) 


Autores como Ramon Llull (c.1232-1316) o Arnau de Vilanova (c.1238-1311), alquimistas además de dominar otras disciplinas como las matemáticas o la medicina respectivamente, tuvieron problemas con las autoridades religiosas. A finales del siglo XIII, algunos sectores del catolicismo se pusieron en contra de la alquimia. (22)


La alquimia cortesana comenzó con el auge de los reyes y reinas europeos en el siglo XV. Estos monarcas decidieron brindar su protección a ciertos artistas, entre los que se contaban los alquimistas. 


Algunos dirigentes estudiaron ellos mismos el arte alquímico, o se aseguraron de contar con alquimistas entre sus ayudantes. Un ejemplo de esto es Felipe II (1527-1598) que se interesó mucho por la alquimia, y plasmó su interés en la construcción de San Lorenzo de El Escorial; puede que con el objetivo de restablecer su salud, o quizá también por la posibilidad de fabricar oro. (22)


Un alquimista y médico renombrado fue Theophrastus Bombast von Hohenheim (1493-1591), conocido como Paracelso. Desarrolló el concepto de sal alquímica que, junto con el azufre y el mercurio, forman una tríada importante. En su práctica médica, tenía en cuenta que la naturaleza del humano era tanto celestial como terrenal; curar solamente el cuerpo físico no era de su agrado. (28)


La alquimia, a partir de los siglos XV-XVI, va a mezclarse progresivamente con lo que hoy consideramos ciencia: Sir Isaac Newton (1642-1727), (28) famoso por describir las leyes físicas del movimiento y la atracción gravitatoria, fue asimismo un alquimista dedicado que pasaba las noches en su laboratorio. Newton reprendió a su contemporáneo Robert Boyle (1627-1691), (28) químico y físico que investigó el comportamiento de los gases, por alardear de haber conseguido crear ciertas materias y hablar abiertamente de secretos del arte alquímico.


La alquimia fue haciéndose menos pública conforme avanzó la Ilustración que, en el siglo XVIII, propugnó el dominio de la razón y la ciencia mesurable. Sin embargo, nunca ha dejado de existir; personajes como Armand Barbault (1906-1974) 26 (28) o Fulcanelli 27 (41) lo atestiguan.



25 Así los describen Luis Roncero (22) y Cherry Gilchrist (28).

26 Armand Barbault fue un alquimista y astrólogo francés, autor de El oro de la milésima mañana.

27  Fulcanelli es el seudónimo del misterioso alquimista que escribió El misterio de las catedrales (1926).



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